martes, 17 de julio de 2012

HACER Y SER ALGO, EN ESTA, NUESTRA VIDA!!



PAUTAS DE TRABAJO


Cuando la vida de un hombre deja de tener, sobre el camino que se ha
trazado, las motivaciones que mantuviesen despierta su decisión en el
inicio de cada jornada, que le permitiesen saber en cada nuevo día a que
aplicarse, evitando que dilapidase su tiempo, cuando comienza a declinar la actividad y a
ello se va sumando una tendencia a la dejadez y al abandono, la vida se transforma en algo
indefinido, y cada jornada trae consigo un nuevo dolor moral. Porque nadie puede sentirse
bien, por lo menos nadie consciente de sí mismo y consciente de poseer una capacidad, en
ese estado de indolencia y de abandono, en el que la voluntad parece haberse agotado, y en
que, aún el resto de voluntad y de iniciativa que perdura, no se sabe a que debe ser aplicado,
por el desconcierto de no ver una actividad definida, una actividad que mantenga despiertos
los principios morales en el hombre.

Nuestras fuerzas morales son sustentadas por las tareas a que apliquemos nuestros
esfuerzos, conscientes de estar obrando, de estar formando parte de una ley de trabajo, y
estar respondiendo a la misma mediante una aplicación activa, y no sólo teórica, de lo que
hemos hablado, de lo que hemos pensado y vamos proyectando.

Poseer pautas de trabajo para saber a que debemos aplicar nuestros esfuerzos en cada
nuevo día, levantarse sabiendo hacia donde dirigir nuestra atención y realizar nuestro
trabajo, permite al hombre no caer en la dispersión y en el abandono. Y de esta disciplina,
que le conduce regularmente en sus tareas, nace una armonía en su vida. Cuando se detiene
a reflexionar encuentra una fuerza moral que le impide desvariar, porque también su
pensamiento ha recibido el beneficio de su tarea disciplinada, y también en las horas de
descanso, en esas horas en que se entrega, muchas veces, a la meditación, encuentra el
sendero, encuentra la iniciativa para dar curso a sus ideas, y para sentirse tranquilo,
sintiéndose con suficiente fuerza moral para continuar, día por día, aplicado a su labor, sin
desequilibrios, sin abandonos, sin los pesares y el sufrimiento moral que suele generar la
indolencia.

    




                             Carlos Manco.

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